Principios y
práctica
de la política
matriarcal
Heide Goettner-Abendroth
¿Por
qué investigación matriarcal?
Llevo toda mi vida ocupada con el estudio de la
forma social matriarcal en el presente y en el pasado y de esa manera me he convertido en la fundadora de la investigación moderna del
matriarcado. No se trata de un
fenómeno exótico de poca importancia, al contrario: saca a la luz un
conocimiento de modelos sociales, políticos
y culturales no patriarcales, fundamentalmente
igualitarios, conocimiento que necesitamos urgentemente en esta fase
globalmente destructiva del patriarcado tardío. En su largo recorrido histórico
y en los últimos ejemplos aún existentes hoy en día, los matriarcados han sido
sociedades que han pasado sin dominación, sin jerarquía y sin operaciones
guerreras en forma de matanzas organizadas. Especialmente no conocen la
violencia contra mujeres y niños, de la que las sociedades patriarcales de toda
la tierra están desbordadas.
La cultura social y espiritual de los matriarcados
se basa en el principio de que la humanidad consta de Dos, dos sexos
equivalentes. De esto los pensadores patriarcales están muy alejados, y por
desgracia también los nuevos filósofos culturales. Ellos expresan ideas en
nombre de toda la humanidad que, sin embargo, tienen sus orígenes en modelos de
la vida y conceptos del mundo masculinos. De este modo la mujer es hecha
invisible, pues el hombre, tácitamente o sin darse cuenta, se toma a sí mismo
como la norma, mientras que ella aparece únicamente como una anomalía o
bagatela añadida – si llega a ser mencionada.
Estos hechos y su comprensión como resultado de mi
investigación me han alentado a continuar mi trabajo durante décadas, a pesar
de todos los acosos que tengo que soportar a causa del tema. Fue la misma
investigación la que, poco a poco, me
llevó a atribuir gran importancia, para nosotros hoy y en el futuro, al conocimiento
de modelos sociales matriarcales.
La forma social matriarcal no es ninguna utopía
abstracta, al contrario que muchos otros modelos sociales. Tales utopías nunca
han funcionado en la historia humana. No obstante, la forma social matriarcal
es una experiencia práctica que fue vivida durante los más largos espacios de
tiempo de la historia cultural, y por eso forma parte del conjunto
imprescindible de conocimientos culturales de la humanidad. En ella existen
reglas muy concretas y detalladas sobre cómo se puede organizar la vida común
de una manera orientada en las necesidades, pacífica y sin violencia, es decir humana. Estas reglas no son ningún
producto ingenuamente natural, sino que representan una creación cultural
consciente.
¿Qué es un matriarcado?
A continuación voy a fundamentar mis afirmaciones
con la definición de la forma social matriarcal y su estructura fundamental,
fruto de mi dedicación de por vida a este tema. Esta definición es el núcleo de
la investigación matriarcal moderna que se está desarrollando rápidamente. No
la encontré jugando con pensamientos abstractos, sino examinando y analizando
un material etnológico muy amplio. La investigación matriarcal moderna fue
presentada a un gran público en dos “Congresos mundiales de investigación
matriarcal” que organicé y dirigí, en Luxemburgo en 2003 y en Estados Unidos en
2005.
Muy brevemente, esta es la estructura
fundamental de la forma social
matriarcal en sus niveles económico, social, político y cultural:
En el nivel económico, los matriarcados son
normalmente sociedades agrícolas, aunque no exclusivamente. Se practica la
economía de subsistencia con autarquía local o regional. La tierra y las casas
son propiedad del clan en el sentido del derecho de usufructo; la propiedad
privada y las reivindicaciones territoriales son desconocidas.
Los bienes se encuentran en un intercambio activo
que sigue las líneas de parentesco y las reglas de casamiento. Este sistema de
intercambio se basa en una economía del regalo, y evita que los bienes
puedan ser acumulados por un clan o por una persona. El ideal es el reparto y
no la acumulación. Ventajas y desventajas en la adquisición de bienes se
compensan mediante las reglas sociales, por ejemplo, es costumbre que un clan
rico invite a la aldea entera en las
numerosas fiestas comunes, distribuyendo entre todos sus bienes en forma de
regalos. Eso reduce la riqueza de este clan, pero los clanes se turnan en hacer
regalos en las fiestas porque siempre los ofrece aquel que ha tenido la mayor
suerte en la cosecha o el comercio. Como recompensa, los clanes que invitan
ganan “honor”, es decir prestigio social. De esa manera, las diferencias
económicas se nivelan continuamente.
Por eso, en el nivel económico, los matriarcados son
caracterizados por una reciprocidad perfecta.
Por lo tanto los defino como sociedades
de equilibrio basadas en una economía del regalo.
En contraste, los patriarcados en todas sus etapas
históricas son sociedades de acumulación, en las cuales los bienes de todas las
personas terminan en las manos de unos pocos.
En el nivel social, los
matriarcados se basan en el clan. Los hombres matriarcales conviven en clanes
grandes organizados según el principio de matrilinealidad,
del parentesco por línea materna. El nombre del clan, todas las funciones
sociales y los títulos políticos se heredan por línea materna. Un matri-clan
consta de tres generaciones de mujeres: la madre del clan y sus hermanas, las
hijas y las nietas de aquéllas, así como los hombres directamente emparentados:
los hermanos de la madre del clan, los hijos y nietos.
Un matri-clan convive en la gran casa del clan, que
puede comprender de 10 a 100 personas, dependiendo del tamaño y estilo
arquitectónico. Las mujeres viven permanentemente en ella, pues las hijas y las
nietas no abandonan nunca la casa del clan maternal. Esto se llama matrilocalidad. Sus esposos o amantes,
que viven en las casas de sus madres, sólo vienen para la noche en el llamado
matrimonio de visita.
El clan es una unidad económica autárquica. Para
lograr que estos grupos autárquicos formen una estructura social con otros
clanes de la aldea o de la ciudad, se desarrollaron complejas reglas de
casamiento, por ejemplo la del casamiento recíproco entre dos clanes. A ello se
suman las reglas de libre elección con otros clanes, con el efecto deseado de
que todos los miembros de la aldea o de la ciudad estén emparentados por
nacimiento o casamiento, los unos con los otros, de forma más o menos próxima. Este parentesco
forma un sistema de reciprocidad con reglas firmes. De este modo se genera una
sociedad igualitaria y horizontal, organizada de una manera no jerárquica, que
se entiende como un clan ampliado, con todas las obligaciones de ayuda mutua.
Por lo tanto defino los matriarcados en el nivel
social como sociedades de parentesco
matrilineales y horizontales.
Las sociedades patriarcales en cambio se componen de
extraños, que forman grupos de dominio y de intereses, se presentan en
ego-grupos y se enfrentan permanentemente los unos contra los otros. De esta
manera el equilibrio social permanece siempre precario.
En el
nivel político,
los procesos de toma de decisiones también siguen las líneas de parentesco. La
base de las tomas de decisión son los diferentes clanes. Los asuntos que
incumben al clan son decididos por mujeres y hombres de forma consensuada, es
decir por unanimidad.
Lo
mismo pasa con las decisiones que afectan a toda la aldea: Después de haberse
reunido el consejo del clan, los delegados de los diferentes clanes se reúnen
en el consejo de la aldea; en algunas sociedades son las propias madres de
clan, en otras sus hermanos elegidos que representan a su clan hacia fuera. Los
representantes que van al consejo de la aldea no pueden tomar las decisiones
por sí solos, sino que son delegados que únicamente intercambian las decisiones
de los diferentes clanes. Actúan como mensajeros entre el consejo de aldea y el
consejo de clan hasta que todos los clanes han encontrado, en el marco de la
aldea, un consenso.
Lo
mismo pasa en el nivel regional: Aquí se coordinan las decisiones de las aldeas
y ciudades a través de delegados, en general hombres apreciados, que transmiten
la información. También aquí, los delegados van y vienen entre los consejos de
aldea y de región hasta que la región haya logrado una decisión consensuada entre todos los clanes de todas
las aldeas.
Está
claro, que en una sociedad así no se pueden formar jerarquías ni clases,
tampoco un desnivel de poder ni entre los sexos ni entre las generaciones. Las
minorías no son marginadas a través de las decisiones de las mayorías ni se les
quita la voz, pues todas las decisiones políticas se toman en los hogares,
donde viven las personas, en un sistema de “democracia directa”. Por lo tanto,
defino los matriarcados en el nivel político como sociedades igualitarias de consenso.
Los
patriarcados, en cambio, son por principio sociedades de dominio sobre los
demás, incluso en su variante de democracia formal, ya que deja a las minorías
sin voz. Además, contienen numerosas instituciones y jerarquías que no
funcionan democráticamente.
En el
nivel espiritual-cultural, las
sociedades matriarcales no conocen la trascendencia religiosa con un dios
invisible, inalcanzable, inconcebible, pero omnipotente, frente al cual el
mundo es despreciado como “valle de lágrimas lleno de pecado y dolor” o incluso
como “materia muerta”. El concepto matriarcal de divinidad es inmanente, pues
el mundo entero es considerado divino, y más concretamente femenino-divino. Lo
demuestran las antiguas representaciones de la diosa-universo, la creadora, y
de la madre-tierra, que da a luz a todo lo vivo(a todo ser vivo).
Por eso, todo posee divinidad, cada mujer y cada hombre, cada animal y cada
planta, la piedra más pequeña y la estrella más grande.
En una
cultura así, todo es espiritual. Y todo se celebra en las fiestas que siguen el
ciclo del año: la naturaleza en sus diversas manifestaciones, los diferentes
clanes con sus facultades y sus tareas, los sexos y las generaciones, según el principio: en
diversidad está la riqueza. No hay separación entre lo sagrado y lo profano,
por eso, en la vida cotidiana, cada acción es al mismo tiempo un ritual
significativo, sea sembrar, cosechar, cocinar, tejer o viajar.
Por lo tanto, en el nivel espiritual defino los
matriarcados como sociedades sagradas y
culturas de lo femenino-divino, o sea de la diosa.
En
los patriarcados, en cambio, se utilizan las
facultades religiosas y espirituales del ser humano para apoyar los
principios de la clase dominante a través de las religiones estatales y
mundiales.
Sugerencias
para una sociedad nueva
Sobre
esta base quiero formular algunas sugerencias para una sociedad nueva, que
serán desarrolladas en los siguientes capítulos.
Para
seguir el camino hacia la sociedad igualitaria será necesario combinar
espiritualidad y política matriarcales para llegar a una economía y un orden
social diferentes. Las sociedades matriarcales nos enseñan cómo puede ser
posible. En ellas, la economía, la política, el orden social y la
espiritualidad están entrelazados inseparablemente para facilitarles a todos
una vida buena – su sistema de reglas lo garantiza.
Por supuesto, hoy no podemos adoptar los modelos del
pasado, como por ejemplo los clanes consanguíneos o la economía exclusivamente
agrícola. Pues la historia y el desarrollo social no se pueden girar hacia
atrás. Pero los modelos de las sociedades igualitarias, probados durante
milenios, nos pueden proporcionar múltiples sugerencias para nuestro camino
hacia una nueva sociedad igualitaria.
En el nivel económico ya no es posible
mantener el crecimiento de las grandes industrias o del nivel de vida, a riesgo
de destrozar completamente la esfera biológica de la tierra. Aquí, la
alternativa se da en la perspectiva de subsistencia como forma económica de
unidades pequeñas y regionales. Éstas trabajan para
satisfacer las propias necesidades, de forma autárquica, anteponiendo
indiscutiblemente la calidad de vida a la cantidad. A escala mundial hace falta
consolidar y amplificar las estructuras de la economía de subsistencia que
todavía existen y en las cuales suelen trabajar
las mujeres; de ninguna manera pueden ser sacrificadas a la
globalización económica de las multinacionales. La regionalización a favor de
las mujeres es un principio matriarcal.
En el nivel social
se trata de salir de la atomización de la sociedad, que lleva al
ser humano cada vez más al aislamiento y al abandono, lo enferma y lo hace
destructivo. Pues esto es el caldo de cultivo para la violencia y la guerra.
Hace falta la formación de comunidades de afinidad electiva de diferentes
tipos, sean éstas comunidades para vivir juntos, comunidades de vecindario o
estructuras de redes. Las afinidades electivas, sin embargo, no se forman desde
meras comunidades de intereses, porque estos grupos desaparecen tan deprisa
como surgen. Una afinidad electiva, en cambio, sólo se genera sobre el
fundamento de una coincidencia espiritual, y a través de ella se forma un clan
simbólico, que une más que un mero grupo de intereses.
El principio matriarcal de este modelo social
consiste en el hecho de que son las mujeres
quienes inician, sostienen y dirigen estos clanes de afinidad electiva, algo
que actualmente las mujeres pueden empezar a hacer en cualquier lugar, y que de
hecho ya están haciendo. La motivación son las necesidades de mujeres y niños,
que son el futuro de la humanidad, y no los deseos de poder y potencia de los
hombres. Éstos han llevado a las familias extensas patriarcales y a las
sociedades secretas políticas de hombres, que oprimen y excluyen a las mujeres.
En los nuevos matri-clanes, sin embargo, las mujeres integran a los hombres
plenamente, pero según otro sistema de valores, que es el cuidado mutuo y el
amor, en lugar del poder. De esta forma, también los hombres viven mejor que en
el patriarcado.
En el nivel de la toma de decisiones políticas el
principio matriarcal de consenso es imprescindible para una sociedad
igualitaria. Este principio puede ser practicado ya mismo y en todos los
sitios. Es el principio fundamental que genera los impulsos para formar
comunidades matriarcales, y al mismo tiempo impide que individuos o grupos
empiecen a ejercer el poder en los nuevos clanes simbólicos. Establece el
equilibrio entre mujeres y hombres, y también entre las generaciones, pues
permite tanto a las personas mayores como a los jóvenes expresar plenamente sus
ideas. Además, es el verdadero principio democrático, puesto que realiza lo que
la democracia formal promete sin cumplirlo.
Según este principio, las pequeñas unidades de los
nuevos matri-clanes toman las decisiones. No obstante, este sistema sólo se
puede extender hasta unidades que en su tamaño no superen las regiones. De
todos modos, la meta política, según la perspectiva de subsistencia, son las
florecientes regiones autárquicas y no las grandes unidades como las naciones,
las uniones de estados o las superpotencias, que solamente aumentan el poder de
los que ya dominan, al mismo tiempo que degradan a los individuos
convirtiéndolos en “material humano”, “capital humano” o en meros números.
En el nivel espiritual-cultural no hay otra solución que despedirse de todas
las religiones jerárquicas con el concepto de un dios transcendental y con
pretensión de poseer la verdad absoluta, religiones que han despreciado
profundamente al mundo, a la tierra, a las personas y especialmente a las
mujeres. En lugar de eso hace falta una nueva consagración del mundo según el imaginario matriarcal de que el
mundo entero es divino, con todo lo que hay en él. Esto nos lleva a honrar y
celebrar todo de una manera creativa y libre: a la naturaleza con todas sus
manifestaciones y seres y a la organización de las comunidades humanas. Esto
último se realiza honrando y celebrando una vez a las mujeres, otra vez a los
hombres, en otra ocasión a los ancianos o a los niños con sus respectivas
facultades, que forman su “dignidad”
específica, su función social. Además, cada paso que damos en el camino hacia
una nueva sociedad igualitaria merece una fiesta. Pues cada uno de estos pasos
forma un fragmento de la nueva historia femenina, que podría darle al mundo un
ejemplo de cómo la humanidad entera puede vivir mejor.
De esta manera, la espiritualidad matriarcal penetra
todas las cosas y volverá a formar parte habitual de cada día. Al mismo tiempo
se puede apreciar en ella el principio de la tolerancia matriarcal, pues nadie
está obligado en “creer” en algo. No se trata de ningún dogma o doctrina
basados en “libros sagrados”, sino de una celebración permanente y diversa de
la vida y del mundo visible.
En este sentido, el camino hacia la sociedad
igualitaria tiene que ser integral sin difuminarse. Tiene que ser siempre
concreto, sin perderse en detalles incoherentes. La visión que abarca todas
estas características la denomino modelo
matriarcal. Un modelo no implica ninguna obligación a seguirlo, pues sólo
en las relaciones de poder los modelos son impuestos por la fuerza. En la
comunicación libre, un modelo representa una idea clara y puede aceptarse
voluntariamente como guía práctica para un futuro mejor, integrando diferentes
objetivos y acciones alternativos.
En mi opinión, los actuales movimientos alternativos
dan muchos pasos que tienden implícitamente hacia el modelo matriarcal que aquí
se propone. Estos movimientos se extienden rápidamente desde abajo, en escala
mundial:
-
los diferentes movimientos sociales
-
los movimientos ecologistas
-
los diversos movimientos pacifistas
-
los diferentes movimientos feministas
-
los movimientos de los pueblos indígenas
-
los movimientos cívicos
-
los movimientos de comunidades
Todos ellos contienen elementos diferentes de
modelos matriarcales tanto tradicionales como nuevos y creativos, en parte
inconscientes, en parte conscientes. Los modelos tradicionales ya existen y se
reinterpretan. Los modelos nuevos se suelen encontrar al practicarlos y a veces
se formulan como ideas conductoras. En este sentido, las personas que
participan en aquellos movimientos ya se encuentran en el camino hacia una
nueva sociedad matriarcal, justa y pacífica.
En mis siguientes contribuciones quiero presentar el
modelo matriarcal paso a paso en cada uno de estos niveles y explicarlo más detalladamente.
Para eso hace falta una cuidadosa y cautelosa reflexión de transposición de los modelos matriarcales a las
condiciones actuales. No los podemos copiar simplemente, pues la historia y el
desarrollo social no se pueden girar
hacia atrás.
Pero podemos sacar diversas inspiraciones de la gran
inteligencia social que se encuentra en estos modelos para aprovecharla para
nuestra propia imaginación, formando y desarrollando elementos nuevos para una nueva sociedad
matriarcal, es decir igualitaria.